Está lloviendo mucho, el campo está como pocos años, paseando por los pinares de por aquí, llego a ver tal cantidad de amapolas que me parece que estoy en una postal, hacía años que no veía tantas, hasta me da por abrir las que están cerradas, como cuando era niña, y esas florecillas rositas pequeñas, y otras moradas, que hacía tanto tiempo que no veía, francamente está el campo precioso.
Recordamos los sucesos esos tan incoherentes como el porqué las personas que están bañándose en la piscina o el mar, y empieza a llover, ¿que hacen? pues lo más absurdo, salen corriendo para no mojarse, ¡tiene guasa el asunto! es una chispa...
Vemos como se van solucionando un poquito las cosas, por la sequía que teníamos, y notas en la gente como aprecia esa lluvia, aunque para algunas cosas no sea tan buena.
Ahora bien, visto todo esto, que es muy cierto… también os digo…
¡YA ESTÁ BIEN NO!
Estoy un pelín cansadita de tanta lluvia, ya no me hace tanta gracia, y los labios por más que me los chupe ¡ni sal, ni leches!, y viviendo aquí menos, si muy bonito todo, mucha amapola, mucho verde… pero ya está bien!! También nos gustan otros colores, ¿no?, estoy cansada de no poder estar afuera, disfrutando del mes de mayo, que es de los más bonitos, con mis rosas, flores, huerto y demás, no puedo disfrutar de eso, y me fastidia, está todo embarrado, cada vez que salgo no se si ponerme unos zancos, ir a gatas o matar al perro, ¡es horrible!! Vas tu tan limpita aunque sea con ropa de deporte, (no quita la ropa que lleves para ir limpita), y mis playeritos, (blancos por cierto, otros no me gustan), con todo el cuidado hacia el coche para ir a la ciudad y cuando ya casi lo consigues y ves que no te has manchado mucho, ¡zaass! ¡El capullín del perrín!, se te sube encima ¡con las patas llenas de barro!! ¡La madre que le parió!, y según le gritas y le miras con ojos de quererlo matar, echa a correr, y más rabia te da por no llegar a alcanzarle, aunque sea para desahogarte un poquito tirándole de las orejas. Os imaginais cuando sales toda arregladita, con tus pantys y zapatitos negros, ¡ni pensarlo quiero!
¡Que bonita la lluvia!, verdad chicos, para los que vivís en la ciudad y no tenéis perrín, ¡que bonita!, aunque claro, también tiene su cosilla la ciudad, eso de que vayas por la acera y pase un coche a todo trapo y que casualidad que ahí donde tu estás, hay un enorme charco, y ¡zaass! ¡Te tocó!, de agua hasta las orejas, he? Que me decís? Os ha pasado? A que si!! A que si..!!, Pues a mi también, o echas a correr a tiempo… pero yo soy el ¡¡¡As de las malas ubicaciones!!!
¡Qué bonita la lluvia!, cuando me digo; voy a ver como van mis almendros y cerezos, ¡que bonito está todo!, vas preparada te pones los playeros viejos, para meterte por la tierra, tus pantalones viejos, limpita también y con una sonrisa de oreja a oreja, te pones a mirar como van creciendo las almendritas y cerecitas, ¡¡¡te hace una ilusión!!! Y cuando decides salir al camino para volver a casa, costándote horrores, porque no hay quien mueva los pies del barro, te das cuenta ¡¡¡de que mides medio metro más!!! No sabes donde están tus playeros, están totalmente tapados y la suela a medio metro del barro pegado, por favor!!! Que horror!!! Vas como robocop, toda tiesa sin tener tacto en donde y como pisas, te sientes de lo más absurdo, ¡ayyy hasta que llegas al porche para quitarte los playeros!! (todo esto con el perrín todo el rato encima de ti, ya no sabes de que color vas, claro, ...que limpita tampoco), Y luego piensas como una imbécil, ¿para que coños voy a ver los árboles, si desde la ventana se les ve de vicio? Pero no!!!, yo siempre ubicándome dónde no me llaman!!! Y para luego terminar mas cabreada por pensar; ¡que pelotas de ilusión! ¡So tonta! Si luego las almendras ni las coges, y las cerezas no te las dejan probar los pájaros, ¡la madre que me parió!, acabas cabreada contigo misma, pero eso no lo puedes consentir, así que a rematar la faena, buscando al de al lado para discutir, para tener algún motivo que justifique tu enfado, por tu absurdez, pero… ¡Qué bonito está todo!.
¿Y cuando vas a algún sitio, como por ejemplo, a la puerta del colegio de tu niña?, ¿qué me dices?, ¡bueno!! Es lo más.. Que bien que llueva con la falta que hacía, que bonito está todo, divino de la muerte, y habéis visto… habéis oído… ¡que bonito está todo!, empieza, como no, a caer gotitas otra vez, y ya dice la más guapetona, ¡pues yo ya estoy harta de tanta lluvia! Y ya empiezan las que antes han dicho, lo que habían dicho; pues si hija tienes razón, no hay quién salga a la calle… es un asco y ¿que me decís para secar la ropa? Esto es horrible!! Llevamos mas de dos meses así… se empiezan abrir los paraguas y yo empiezo a ponerme nerviosita, (bueno ya llevaba un rato…, no soporto ese marujeo), y busco como no, ¡donde ubicarme!, y me cabrea siempre tener que andar ubicándome, porque algo me dice que no voy a elegir bien… y ¡bingo! Me meten el paraguas por los ojos, me caen todas las goteras que escurren de ellos, de repente apareces más lejos de la puerta por la que sale la niña que antes, ¡como es posible!, y no sé porque extraña razón siempre me pillan más bajitas, como setas, y eso que no soy muy alta, y ando esquivando las puntitas de los paraguas por el bien de mis grandotes ojos, a la vez que vas intentando buscar a tu niña, ¡que momento Dios mío, es eterno!!! Al final tomas la decisión de ir casi a gatas hasta la puerta por donde sale tu niña, (entre paraguas y paraguas por debajo quedan unos pasillos inmensos, podéis probar ya veréis), esquivando a todos los papás y mamás “setas” (paraguas para el que no se ubique), coges de la mano a la niña y te encuentras en otro apuro, ¡Joooeeerrr!! ¿Y ahora como retrocedo?, ¡a tomar por el culo!! Salgo a matacaballo arrastrando a todo hijo de vecino que va de seta y no se aparta ni pa Dios!!! Y al final después de salir de ahí oyendo cosas que mejor no os cuento… piensas ¡como me gusta la lluvia! ¡Qué bonito está todo!
Vuelves para casa maquinando a ver como lo haces, ya no para no mojarte tu, sino, que la niña no se moje (eso de que odie los paraguas tiene su lado negativo), tienes la suerte de que en ese momento no llueve, y esta vez no me pilla por sorpresa, que tengo un perrín que nos espera. Bajo del coche, le grito para que se vaya y bajo a la niña… son unos diez metros hasta la puerta de casa, no es tanto…, pero ¡la madre que le parió al perrín! Me lo quito de encima para que no me manche y va a por la niña, se le quito a la niña y va a por mi, ¡¡joeerrr que habilidad es increíble!! ¿y cuantas veces consigue subir encima de nosotras, en esos poco metros?, ¡ni os lo imaginais!!, yo con una rabia tremenda por conseguir que no manche a la niña el uniforme del cole, (es que no es viernes aún), y no hay manera, por más veces que sueltas la mano para darle un guantazo, nada, que no le piyas al desgraciao!!! Te dan ganas de cortarle las….. orejas, ¡que horror de lluvia!!!,
Pero nada, entras en casa, ves tus huellas en el suelo que acabas de limpiar hace poco más de una hora, el uniforme de la niña, tus pelos (de los enganchones con los paraguas) y tu ropa…. Y piensas… en tu casita ya… ¡qué bonito está todo! ¡Como me gusta la lluvia!, ves al perrín tan majete y salado, con solo dos mesecitos, ¡que rico por Dios! Y hace unos instantes si le hubiese enganchado… Y comprendes porque hay muchos que dicen , que la lluvia, baja el estado de ánimo de las personas, la melancolía, ¡no te jode! como para que no te baje!!! ¿Ande ta el veranito, chicos, ande ta?, (Natacha ande ta?)